La cara de puño*

* Originalmente se iba a llamar La cara de ojete, pero me da pena con nuestra distinguida audiencia (?).


Este es un texto breve. Poquito porque es bendito. Todo sea por empezar a crear el hábito de escribir acá un par de veces por semana.

Todo se remonta a un reino de fantasía llamado Medellín.

De niño tuve patines pero no creo haberlos usado más de dos o tres veces en la vida. En hielo nunca patiné.

Y ahí estaba, como el descarado que soy, al costado de la pista cagado de la risa viendo a la gente resbalarse y quebrarse el culo contra el hielo.

Claro que lo que más risa me daba no eran las caídas: era la cara de pánico, frustración o aburrimiento de la gente que trastabillaba. Muchos de ellos simplemente se sentaban sobre la baranda a esperar que terminara su turno.

Llegó mi turno de entrar a la pista. No habré avanzado cinco metros cuando me pegué una caída de película. Con un agravante: el hielo estaba derritiéndose y no me quedó un centímetro de ropa que siguiera seco.

Hasta ahí normal, el karma actuando.

¿A qué voy con esta historia tan cula? Que uno tiene que saber que cada decisión trae una serie de consecuencias.

Yo soy, posiblemente, el tipo más flojo y sedentario de todo el subcontinente. No hago deporte hace meses. El día que vuelva a jugar fútbol posiblemente me dé un babiao, así tipo Marc-Vivien Foé.

Si decidí meterme a una pista de patinaje sobre hielo, la consecuencia más lógica era esa: caerme. Me entró el ataque de risa, exactamente como cuando estaba al costado de la pista. Me paré como pude y seguí dando pasitos como Bambi recién nacido.

La única diferencia entre la gente haciendo cara de culo en la pista y yo era esa, que yo estaba consciente de mi patológica torpeza. Además le di un buen espectáculo a la gente que miraba al costado: literalmente casi me parto al medio el cóccix.

No intenten entenderlo, es más fuerte que yo. La gente que pone mala cara siempre y por todo me causa repudio. La discrimino inmediatamente.

Imposible no asociar la cara de puño con el bigote de mierda que Cartman le pinta a Butters. O que hace años nadie les pega una buena cogida.

Como lo mencioné acá, la actitud no se negocia: Ser buena persona y tener un mínimo de buen genio es lo mínimo para convivir decentemente.

Esa gente que pone cara de ojete por todo es un fastidio, un impedimento, un estorbo. En un mundo donde prácticamente todo me enoja (?), es de las cosas que más me enojan. Ni hacen ni dejan hacer. Desde que les das la mano sentís la maluquera.

¿Si tan malo les parece para qué se metieron ahí? Enciérrense, váyanse a una isla desierta, háganse culear del negro de WhatsApp, qué se yo. Pero por favor no salgan con esa cara de comemierda a la calle, como si cargaran una silleta de mala energía.

¿La moraleja? Creo que no hay. O bueno, sí: está mal burlarse de la gente que se cae en el hielo si sos igual de torpe.

---

Por si tenían la duda: al final sí aprendí a patinar sin hacer papelones. Posiblemente vuelva porque es un ejercicio duro pero divertido.

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente