Feliz 2016 (o algo así)

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Por esta época es común que se haga un balance del año. Sea el recuento de las fotos en facebook o escuetos escritos -casi todos con el mismo modelo: verbos en pasado onda viajé, comí, viví, trabajé, conocí-, siempre se hace un análisis del año saliente. Y la sensación generalizada es esa de todo anda bien y va a andar mejor.

¿Por qué? Ni idea, si no sé cómo va mi vida menos voy a saber cómo va la vida del resto. Pero hay varias hipótesis. Una, la primera, puede ser que todo mi círculo de amigos/conocidos/contactos sea absurdamente exitoso, con lo cual estaríamos en presencia de los futuros viejos cacaos. Otra, la segunda, es que aunque la gente sufra reveses y aunque su año no haya estado así de bien les toca ser benévolos consigo mismos. Otra hipótesis más es que hacen uso del don de la palabra para vender humo.

No he leído al primero que se ponga la mano en el considere (ni idea de dónde quede el considere) y asuma que la cagó sistemáticamente durante todo el año. Entonces quiero ser el primero: mi 2015 fue espantoso. Tuve muchas metas y no cumplí casi ninguna, fui absolutamente irresponsable y holgazán, terminé en números rojos y totalmente decepcionado de mí mismo. Ahora, la culpa no es del pobre año. La culpa es de la persona -en este caso, su servidor- que no hizo todo lo que le correspondía hacer para poder despedir con gratitud el año a las 11:59 de hoy.

Habiendo asumido que no hice ni mierda por salvar el año, queda agradecerle a las personas que me hicieron feliz la vida y evitaron que me volviera demasiado loco: ellos saben quienes son, no hace falta que pase lista. Y agradecerle al Barba por el puñado de momentos gratos que me tocó vivir. Si alguien de casualidad lee esto: feliz 2016. Ojalá de acá a un año al sacar cuenta salgamos ganando.

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